Desde el preciso trabajo de un
cirujano salvando vidas utilizando su bisturí con mucho cuidado y delicadeza,
el sinuoso movimiento de un bailarín, la agilidad y precisión de un gimnasta,
pasando por el dominio de los sutiles gestos que dan verosimilitud a las
acciones de un actor, el ejercicio de cualquiera de estas profesiones requiere
un elevado grado de capacidad.
La mayoría de personas piensa
que son simples capacidades físicas, pero lo cierto es que hay mucho más:
coordinación, procesamiento y expresión de información y el control del propio
cuerpo y lo que este produce. De hecho, lo que manifiestan todos estos
individuos no es sino una forma de inteligencia, que Gardner ya valoraba en su
teoría de las inteligencias múltiples: la inteligencia corporal o kinestésica.
La inteligencia corporal o
kinestésica es la capacidad de realizar actividades que requieren fuerza,
rapidez, flexibilidad, coordinación óculo-manual y el equilibrio.
Se dice también que este tipo
de inteligencia es la unión de mente-cuerpo con el fin de lograr un excelente
desempeño físico. Comienza con el control de los movimientos automáticos y
voluntarios, avanza hacia el empleo del cuerpo de manera altamente diferenciada
y competente. Se encuentra vinculada la motricidad tanto fina como gruesa.
El uso de este tipo de
inteligencia es muy variado y permite la correcta adaptación al entorno y a la
consecución de metas y objetivos. Principalmente utilizamos este tipo de
inteligencia a la hora de manejar instrumentos y herramientas, tanto si son
simples como complejos o de alta precisión, Y también se integra dentro de la
inteligencia corporal la capacidad de expresión emocional a través del
movimiento del cuerpo.
Si quieres entender un poco más sobre este tipo de inteligencia chequea este
video.
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